Los primeros eventos sociales a los que el grueso de la población mundial recuerda haber asistido por primera vez son las fiestas de cumpleaños de algún amiguito, de esas fiestas infantiles donde hay magos, payaso, pastel, gorritos y los niños altos lloran porque tienen que formarse hasta atrás y nunca le alcanzan a pegar a la piñata (Jamás voy a superarlo). Vas creciendo y esas fiestas infantiles se convierten en primeras comuniones, luego fiestas de 15 años, después vienen las famosas ‘pedas’, fiestas temáticas, graduaciones, despedidas de soltero(a) y finalmente sabes que te estás haciendo viejo cuando algún amigo que viste crecer junto a ti te invita a su boda.

Si un día me decidiera a contar la cantidad de bodas a las que he asistido durante los 25 años y medio que llevo viviendo sobre la faz de la tierra, lo primero que pasaría sería que me vería frustrado por no recordar el número exacto y le echaría la culpa a las drogas. Lo segundo que viene a mi mente cuando mencionan la palabra “boda” es la tonadita de la épica canción “El Venado” y me imagino a un puñado de gente poniendo sus manos a la altura de la sien, moviendo los dedos hacia el frente y cantando dicha melodía al unísono mientras realizan una coreografía que bien pudo haber sido diseñada por algún borracho del YouTube. Lo tercero que se me ocurre son los progenitores de los novios ahogados en alcohol deseándoles lo mejor a sus hijos en la etapa que está por venir mientras derraman lágrimas de cocodrilo junto con la amiga gorda de la novia que nunca falta en dichas celebraciones.

Todas las bodas son muy parecidas, incluso he ido a bodas de diferentes religiones y se parecen mucho: celebración religiosa/legal, comida culera, brindis, viejas desgreñándose por el ramo de la novia (Actitud que jamás he entendido), novios volando por los aires, gente borracha y la víbora de la mar.

Lo que realmente hace especial a una boda son las dos personas que hacen que todo lo anterior se vuelva especial: los novios.Recuerdo que una vez (Y pasa más seguido de lo que piensan) mandé el semanario sin antes tomarme la molestia de revisarlo. Ya cuando estaba publicado en la página me di cuenta que tenía una de esas faltas de ortografía dignas de uno de esos reguetoneros ke zzkriveen azhyp!!1!. Envuelto en pánico y con una bolsa de pan tapándome la cabeza, le escribí un correo a Claudio pidiéndole que por favor corrigiera el error. Él re-envió mi petición a una dirección extraña con un texto que decía: “Laura: por favor corrige el error de Chava”. Dentro de mi paniqueo y vergüenza, me pregunté “¿Quién rayos es Laura?”, minutos después el error estaba corregido y todos fuimos muy felices.

Resulta que durante el Pre-Olímpico en Querétaro conocí por primera vez en carne y hueso a las dos personas que hacen que este sitio funcione y sea lo que es al día de hoy: Claudio Aranda y Laura López. Ambos excelentes personas, ambos apasionados de lo que hacen y ambos complemento uno del otro. La verdad es que ellos son el motor que hace que este sitio funcione de una manera tal que cualquier reloj suizo sentiría celos al respecto. Ni siquiera me puedo imaginar que es lo que pasaría si alguno de ellos no estuviera involucrado en esto.

Recuerdo el momento en el que Claudio llegó al palco de transmisiones y me dijo: “El 10 de diciembre me caso con esta mujer”; como siempre, no supe qué contestar y lo único que se me ocurrió fue decir “Aaahh…”. Y sí, yo sabía que esto pasaría.

El día 9 del mes en curso, mi compañera locutora (Lucía) me mandó un mensaje con un texto que, de haberlo leído estando de pie, quizá me hubiera caído: “¡Se están casando ahorita!”

No tengo mucho más qué decir, de corazón espero que les vaya muy bien y deseo que sean felices para siempre (Es en serio)… Espero que me hayan guardado una rebanada de pastel y no se sientan viejos por lo que leyeron en el primer párrafo, siéntanse viejos cuando sean ustedes los que le organicen todas esas fiestas a sus hijos, entonces sí preocúpense…

Consideren este post como mi “Regalo de Bodas”. Sí, yo sé que hubieran preferido que les diera un tostador de pan o algo así, a mí también me hubiera encantado, pero mi economía sólo ajustó para esta entrada. Yo sé que es menos de lo que se merecen, pero les juro que es de corazón y con todo mi cariño.

Nunca dejen de apoyarse, nunca dejen de hacer lo que les gusta. Alguna vez comenté que el amor era lo que mantenía a este sitio de pie, el día de hoy eso es más cierto que nunca. Acaban de entrar en el reino de los cielos (Recomiendo que no olviden el pasaporte… Digo, en caso de que tengan que salir corriendo). Muchas felicidades, y no se les ocurra repetir esto hasta que cumplan 25 años.

Llevan ya casi una semana casados. Que las semanas se hagan meses; los meses, años; los años, décadas; las décadas, siglos; y el siglo, eternidad.

Un abrazo. Los quiero.

Bienvenidos al primer día del resto de sus vidas…

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@ChavaPerezFauno

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